En esta ocasin, deseo platicarte una historia de humillaciones, abusos y redención. La historia se desarrolla en una escuela primaria donde típicamente había un grupo de niños abusadores y una niña que recibía sus ataques en silencio y sin protestar.
En un pequeño pueblo llamado Armonía, vivían dos niños con personalidades muy diferentes. Carla, una niña amable y humilde, siempre estaba dispuesta a ayudar a sus compañeros en la escuela. Martín, por otro lado, era muy orgulloso y a menudo se burlaba de los demás, especialmente de Carla, porque pensaba que ser amable era una señal de debilidad.
En la escuela, Martín lideraba un grupo de niños que se burlaban de todo y de todos, especialmente de Carla. La llamaban «Carla la Complaciente» porque siempre ofrecía su ayuda a todos. Carla se sentía triste y sola, pero seguía siendo amable, esperando que algún día Martín y su grupo cambiaran su actitud.
Un día, el maestro de la clase, el Sr. Pérez, notó que algo no estaba bien. Decidió hablar con Carla después de clase. Carla, con lágrimas en los ojos, le contó todo al Sr. Pérez. El maestro, con mucha sabiduría, decidió organizar una actividad especial para la clase. Llamó a Samuel, el abuelo de Carla, quien era conocido en el pueblo por sus historias llenas de enseñanzas.
Samuel les contó una historia sobre un joven ciervo llamado Lucas, que era muy orgulloso y siempre se jactaba de ser el más hermoso y rápido del bosque. Pero un día, quedó atrapado en una trampa y, al no querer pedir ayuda, estuvo a punto de perderlo todo. Al final, cuando los otros animales del bosque lo ayudaron a librarse, comprendió que la humildad y la amistad eran mucho más importantes que su orgullo.
Después de escuchar la historia de Samuel, los niños se quedaron pensando. Martín, en particular, se sintió avergonzado de su comportamiento. Se dio cuenta de que había sido arrogante y cruel con Carla sin razón.
Al día siguiente, Martín se acercó a Carla durante el recreo. Con la cabeza baja, le pidió disculpas por todas las veces que la había hecho sentir mal. Carla, con su gran corazón, aceptó sus disculpas y le ofreció su amistad.
Desde ese día, la clase en la escuela de Armonía cambió. Los niños comenzaron a apoyarse unos a otros, siguiendo el ejemplo de Carla y recordando la historia de Lucas el ciervo. Martín se convirtió en un gran amigo de Carla y aprendió a ser humilde y respetuoso con los demás.
El Sr. Pérez y Samuel estaban muy orgullosos de sus alumnos. Sabían que habían aprendido una lección valiosa sobre el orgullo, la humildad y la importancia de tratar a todos con respeto y empatía.
Y así, en el pequeño pueblo de Armonía, la amistad y la humildad florecieron, demostrando que incluso los corazones más orgullosos pueden cambiar para mejor.