humildad

La Gran Carrera del Caracol y la Gacela 🐌🦌

Hola Como estas?. Espero que estés muy bien.
Hoy quiero contarte un cuento sobre como sucedió la Carrera del Caracol y la Gacela. Es una buena historia para que te vayas a dormir tranquilo, y quizás hasta sueñes con esta carrera.

En el corazón del bosque, los animales decidieron organizar una carrera. Gina, la gacela, era conocida por ser la más rápida de todos, y todos esperaban que ganara fácilmente. Pero, para sorpresa de muchos, Carlitos el caracol, el más lento de todos, decidió unirse a la competencia.

 

Cuando Carlitos se acercó a la línea de salida, algunos animales no pudieron evitar reírse. “¿Cómo vas a competir contra Gina?”, le preguntaban con incredulidad. Pero Carlitos no se dejó intimidar y respondió con calma: “La carrera no siempre la gana el más rápido, sino el que nunca se rinde.”

El juez de la carrera, el sabio Búho, sonrió ante la valentía de Carlitos y dio la señal de partida. Gina salió disparada como un rayo, moviéndose con gracia y velocidad, mientras Carlitos comenzaba su recorrido lentamente, arrastrándose sobre el suelo con determinación.

Los animales seguían riendo al ver a Carlitos moverse tan despacio. Gina, confiada en su velocidad, decidió detenerse a descansar bajo la sombra de un gran árbol. “Carlitos nunca me alcanzará”, pensó mientras se relajaba, disfrutando de la brisa del bosque.

Mientras tanto, Carlitos no se detuvo. Avanzaba poco a poco, pero sin parar. Su cuerpo se sentía cansado, pero su espíritu era fuerte. A medida que avanzaba, los animales comenzaron a notar su esfuerzo y dejaron de reírse. Ahora lo observaban con admiración.

Gina, al ver que Carlitos estaba más cerca de lo que había imaginado, se sobresaltó y saltó rápidamente para continuar. Sin embargo, en su prisa por ganar, tropezó con unas ramas y quedó atrapada. Se retorció e intentó liberarse, pero no lograba moverse con la misma agilidad de antes.

Carlitos, por su parte, siguió avanzando lentamente, con cada paso más firme que el anterior. Al fin, llegó a la meta, cruzándola con orgullo. Los animales del bosque lo recibieron con vítores y aplausos. Gina, que aún luchaba por liberarse de las ramas, llegó después, humillada pero también sorprendida por la victoria de Carlitos.

El juez Búho se acercó a Carlitos y dijo en voz alta para que todos los animales pudieran escuchar: “Hoy hemos aprendido que la carrera no siempre la gana el más rápido, sino el que nunca deja de intentarlo. La perseverancia y el esfuerzo constante son más valiosos que la velocidad.”

Gina, aún recuperándose de su derrota, se acercó a Carlitos. “Felicidades, Carlitos,” dijo con humildad. “Me has enseñado una lección importante. Prometo que la próxima vez no seré tan confiada.”

Carlitos, sonriendo, respondió: “Todos tenemos algo que aprender, Gina. Lo importante es que nunca dejemos de intentarlo.”

Y así, en el bosque, todos aprendieron que la verdadera victoria no está en ser el más rápido, sino en ser constante y nunca rendirse. Desde ese día, Carlitos fue admirado por su valentía y perseverancia, y Gina por su humildad y voluntad de aprender.

Una historia de abusos y humillaciones con redención

En esta ocasin, deseo platicarte una historia de humillaciones, abusos y redención. La historia se desarrolla en una escuela primaria donde típicamente había un grupo de niños abusadores y una niña que recibía sus ataques en silencio y sin protestar.

En un pequeño pueblo llamado Armonía, vivían dos niños con personalidades muy diferentes. Carla, una niña amable y humilde, siempre estaba dispuesta a ayudar a sus compañeros en la escuela. Martín, por otro lado, era muy orgulloso y a menudo se burlaba de los demás, especialmente de Carla, porque pensaba que ser amable era una señal de debilidad.

En la escuela, Martín lideraba un grupo de niños que se burlaban de todo y de todos, especialmente de Carla. La llamaban «Carla la Complaciente» porque siempre ofrecía su ayuda a todos. Carla se sentía triste y sola, pero seguía siendo amable, esperando que algún día Martín y su grupo cambiaran su actitud.

Un día, el maestro de la clase, el Sr. Pérez, notó que algo no estaba bien. Decidió hablar con Carla después de clase. Carla, con lágrimas en los ojos, le contó todo al Sr. Pérez. El maestro, con mucha sabiduría, decidió organizar una actividad especial para la clase. Llamó a Samuel, el abuelo de Carla, quien era conocido en el pueblo por sus historias llenas de enseñanzas.

Samuel les contó una historia sobre un joven ciervo llamado Lucas, que era muy orgulloso y siempre se jactaba de ser el más hermoso y rápido del bosque. Pero un día, quedó atrapado en una trampa y, al no querer pedir ayuda, estuvo a punto de perderlo todo. Al final, cuando los otros animales del bosque lo ayudaron a librarse, comprendió que la humildad y la amistad eran mucho más importantes que su orgullo.

Después de escuchar la historia de Samuel, los niños se quedaron pensando. Martín, en particular, se sintió avergonzado de su comportamiento. Se dio cuenta de que había sido arrogante y cruel con Carla sin razón.

Al día siguiente, Martín se acercó a Carla durante el recreo. Con la cabeza baja, le pidió disculpas por todas las veces que la había hecho sentir mal. Carla, con su gran corazón, aceptó sus disculpas y le ofreció su amistad.

Desde ese día, la clase en la escuela de Armonía cambió. Los niños comenzaron a apoyarse unos a otros, siguiendo el ejemplo de Carla y recordando la historia de Lucas el ciervo. Martín se convirtió en un gran amigo de Carla y aprendió a ser humilde y respetuoso con los demás.

El Sr. Pérez y Samuel estaban muy orgullosos de sus alumnos. Sabían que habían aprendido una lección valiosa sobre el orgullo, la humildad y la importancia de tratar a todos con respeto y empatía.

Y así, en el pequeño pueblo de Armonía, la amistad y la humildad florecieron, demostrando que incluso los corazones más orgullosos pueden cambiar para mejor.