En un pintoresco pueblo llamado Valle Verde, vivían dos hermanos muy especiales: Saul y Mario. Desde pequeños, todos notaban sus diferencias. Saul era alto y delgado como un junco, mientras que Mario era más bajo pero robusto como un roble. A pesar de sus apariencias opuestas, eran inseparables y compartían una conexión fraternal inquebrantable. Sin embargo, la escuela no siempre fue fácil para ellos. Los compañeros de clase solían burlarse de sus diferencias físicas, llamando a Saul «el largo» y «el flaco», y a Mario «enano» y «el peque». A pesar de las burlas, los hermanos se apoyaban mutuamente, encontrando fuerza en su vínculo familiar. Un día, durante una clase de educación física, el profesor introdujo a los estudiantes al emocionante mundo del básquetbol. A medida que el balón rebotaba en la cancha, Saul y Mario descubrieron su amor por el deporte. Saul, con su altura, destacaba en la defensa, bloqueando cada tiro hacia la canasta. Mientras tanto, Mario, con su agilidad y fortaleza, se deslizaba entre los defensores y encestaba con facilidad. Impresionado por su talento, el entrenador del equipo de la escuela invitó a Saul y Mario a unirse al equipo. A pesar de sus dudas iniciales, los hermanos aceptaron, emocionados por la oportunidad de jugar juntos en la cancha. A medida que avanzaban en la escuela secundaria, el dúo dinámico demostraba ser imparable. Con Saul protegiendo el aro y Mario liderando el ataque, su equipo ganó numerosos juegos y se convirtió en un rival temido por todos. Pero su éxito no pasó desapercibido. Pronto, los ojos de los reclutadores universitarios se posaron en ellos, ofreciéndoles generosas becas deportivas para unirse a sus equipos. Saul y Mario aceptaron con gratitud, sabiendo que esta era su oportunidad para perseguir sus sueños de jugar en la NBA. Durante su carrera universitaria, los hermanos continuaron brillando en la cancha, ganándose el respeto y la admiración de sus compañeros de equipo y aficionados por igual. Finalmente, llegó el día de su graduación. Con lágrimas en los ojos y corazones rebosantes de gratitud, Saul y Mario se abrazaron, recordando todas las adversidades que habían superado juntos. Ahora, como jugadores profesionales de la NBA, Saul y Mario continúan inspirando a otros con su talento, humildad y, sobre todo, con el poder del amor fraternal que los ha llevado a la cima del éxito. ¿Cual es la moraleja de este cuento? Queridos niños, la historia de Saul y Mario nos enseña una lección valiosa sobre la importancia de ser fuertes y resilientes frente a las diferencias y desafíos que puedan surgir en nuestras vidas. Todos somos únicos, con nuestras propias características y habilidades especiales. Algunas veces, puede parecer que nuestras diferencias nos hacen sentir insignificantes o nos hacen sentir diferentes ante los demás. Pero, al igual que Saul y Mario, debemos recordar que nuestras diferencias son lo que nos hace especiales y únicos. Cuando enfrentamos burlas o desafíos, es importante mantenernos fuertes y creer en nosotros mismos. Debemos ser valientes y perseverar, sabiendo que con determinación y trabajo duro, podemos superar cualquier obstáculo que se nos presente. Saul y Mario nos muestran que, con coraje y voluntad, podemos convertir nuestras diferencias en fortalezas. Ellos demostraron que no importa cuán diferentes seamos, todos tenemos el potencial de brillar y alcanzar nuestros sueños si nos esforzamos y creemos en nosotros mismos. Así que recuerden, queridos niños, sean orgullosos de quiénes son, abracen sus diferencias y nunca dejen de creer en ustedes mismos. Con resiliencia, fortaleza y coraje, ustedes también pueden brillar y hacer realidad sus sueños.
