Sofa es una niña tímida y reservada, una miembro fundadora del Club de la Amistad en Villa Verde. Aunque destaca por su creatividad, ha guardado un secreto: ama dibujar. Sus cuadernos están llenos de paisajes mágicos y retratos de sus amigos, pero nunca ha querido mostrar su arte a nadie. «No es lo suficientemente bueno», ha pensado siempre.
Una tarde, mientras el club trabajaba bajo el gran árbol del parque, Santi, el protector del grupo, buscaba una lupa cuando encontró uno de los cuadernos de Sofía. Al abrirlo, se sorprendió con un dibujo detallado del club. «¡Esto es increíble!» exclamó, pero Sofía rápidamente se lo arrebató. «No lo es… Solo es un garabato», murmuró ella, bajando la mirada. Los otros miembros del club que estaban presentes; Martina, Carla y Lucas, también vieron los dibujos y quedaron maravillados. En ese momento, decidieron ayudar a Sofía a reconocer su talento.
Martina, la presidenta del club, tuvo una idea. «Podemos organizar una exposición en la escuela para mostrar sus dibujos. Así verá cuánto valen». Carla, siempre entusiasta, añadió: «¡Sí! Podemos decorarla con luces y flores». Aunque Sofía se sintió nerviosa y dijo que no estaba lista, Martina le aseguró que todo sería hecho con cariño y que solo lo harían si ella estaba de acuerdo. «Confía en nosotros. Estamos aquí para apoyarte», dijo con una sonrisa tranquilizadora.
Sofía, asintió con timidez. Esta bien si ustedes así lo deciden, pero siento mucho miedo de que todos vean mis dibujos.
El club trabajó con entusiasmo. Martina y Carla organizaron el espacio, Lucas diseñó un cartel que decía: «El Arte de Sofía: Un Mundo de Imaginación», y Santi se encargó de invitar a los compañeros de clase. El día de la exposición, Sofía estaba nerviosa. «¿Y si no les gusta?» preguntó, pero Santi respondió: «Lo único que importa es que pusiste tu corazón al hacerlos».
Poco a poco, los estudiantes comenzaron a llegar. Admiraban los dibujos y hacían comentarios como: «¡Parece que los animales están vivos!» o «¡Este paisaje es mágico!». Al escuchar esas palabras, Sofía sintió algo en su interior. Por primera vez, se dio cuenta de que su arte tenía valor y que podía hacer feliz a otros. Aunque al principio le costó acercarse, pero agradeció a todos por venir. Esa tarde, mientras el club se reunía, Sofía dijo: «Gracias por creer en mí cuando yo no lo hacía. Aprendí que mi talento no tiene que ser perfecto, solo tiene que ser mío».
Martina añadió: «El Club de la Amistad siempre estará aquí para apoyarte». Santi concluyó: «Y ahora, Sofía, ¡Tu nos inspiras a todos nosotros!».
El episodio cerró con Sofía dibujando un retrato del club, esta vez con una sonrisa segura en su rostro. La exposición no solo mostró su talento, sino que motivó a otros niños a buscar y valorar los suyos. Todos aprendieron que compartir nuestros dones nos ayuda a crecer y a inspirar a los demás.