niño valiente

Sombras Perdidas: La Historia del Niño valiente que Salvó el Reino Mágico

En esta ocasin tengo una historia misteriosa de algo raro que sucedió en un pueblo pequeño. Creo que esta historia te va a gustar. Pónganse cómodos y pongan atención.

En un pequeño y pintoresco pueblo llamado Sombra-nieve, la vida solía transcurrir tranquila, con sus calles empedradas y casas de colores brillantes que reflejaban la alegría de sus habitantes. Pero un día, algo extraño comenzó a suceder. Las personas notaron que sus sombras, aquellas figuras oscuras que siempre las acompañaban, empezaban a desaparecer sin dejar rastro. Al principio, solo fue una o dos personas, pero pronto, todo el pueblo se vio afectado.

 

Sin sombra, la gente se sentía extraña, como si algo vital les hubiera sido arrebatado. El misterio de las sombras perdidas pronto se convirtió en el tema principal de conversación, y nadie sabía qué hacer.

Entre los habitantes del pueblo, había un niño llamado Mateo, un niño valiente y curioso de diez años, que no podía dejar de pensar en las sombras desaparecidas. A diferencia de los adultos, que simplemente temían a lo desconocido, Mateo estaba decidido a descubrir la verdad. Mientras los demás evitaban salir de sus casas al caer la tarde, cuando las sombras eran más visibles, Mateo decidió investigar. Sabía que algo mágico estaba ocurriendo, y la magia siempre tenía una razón, aunque no siempre fuera evidente.

Una noche, armado solo con una linterna y una pequeña mochila, Mateo salió al bosque que rodeaba el pueblo. Los árboles se alzaban altos y oscuros, pero a Mateo no le asustaba la oscuridad; de hecho, estaba convencido de que encontraría respuestas en ella. Después de caminar un rato, llegó a un claro donde la luna iluminaba el suelo con una luz plateada. De repente, vio algo moverse entre los arbustos: una figura pequeña y luminosa. Al principio, Mateo pensó que era un animal, pero al acercarse, descubrió que se trataba de una criatura mágica, un ser delgado y brillante, con alas translúcidas como las de una libélula.

—¿Quién eres? —preguntó Mateo, sin mostrar miedo.

La criatura lo miró con ojos grandes y tristes.

—Soy Nube, un recolector de sombras —respondió la criatura con voz suave—. He estado tomando las sombras del pueblo porque las necesito para salvar mi mundo. Mi hogar, un reino en las profundidades del bosque, está en peligro, y solo las sombras humanas pueden restaurar el equilibrio perdido.

Mateo, aunque intrigado, no pudo evitar sentir pena por las personas del pueblo. Sabía que vivir sin una sombra era como perder una parte de sí mismos.

—¿Pero qué les pasará a las personas sin sus sombras? —preguntó con preocupación.

—No quiero hacerles daño —respondió Nube, agachando la cabeza—, pero si no recolecto suficientes sombras, mi mundo desaparecerá para siempre.

Mateo comprendió la difícil situación de Nube. Entonces, con su astucia de niño, se le ocurrió una idea.

—¿Y si encontramos otra manera de ayudarte? Quizás no tengas que robar las sombras de la gente. Tal vez hay algo más que podamos hacer para salvar tu reino sin perjudicar a los demás.

La criatura lo miró con esperanza, como si nunca antes hubiera considerado esa posibilidad. Juntos, Mateo y Nube regresaron al bosque, más adentro de lo que Mateo jamás había estado. Allí, en lo más profundo, encontraron una fuente de energía mágica que había sido ignorada durante siglos. Nube, con la ayuda de Mateo, usó su luz para activar la fuente, que empezó a brillar con un resplandor cálido y dorado.

—¡Lo logramos! —exclamó Nube, feliz—. Con esta energía, podré restaurar mi reino sin necesitar las sombras de los humanos.

Mateo sonrió, satisfecho de haber encontrado una solución que beneficiara a todos. Al día siguiente, las sombras comenzaron a regresar a sus dueños, y la vida en Sombranieve volvió a la normalidad. Nadie supo exactamente qué había pasado, pero todos notaron que, desde entonces, Mateo caminaba con una sombra que parecía un poco más brillante y viva que las demás.

Desde ese día, Mateo supo que el mundo estaba lleno de misterios, y que con valentía, ingenio y un poco de magia, siempre habría una manera de resolverlos. Y así, el pequeño pueblo de Sombra-nieve nunca olvidó la historia del niño que recuperó las sombras y salvó un reino en peligro.